UN ÉTÉ AVEC MONTAIGNE
(Un verano con Montaigne)
Saludos queridos y amables lectores.
El verano pasado, bajo el título de “Un été avec Montaigne” (Un verano con Montaigne) Radio Francia Internacional dedicó una serie de breves emisiones -de no más de cinco minutos cada una- a un importante personaje de la Filosofía y las letras universales, me refiero a Michel de Montaigne.
Cada emisión fue escrita y diseñada por Antoine Compagnion, eminente profesor del Colegio de Francia.
Montaigne, filósofo y político francés del siglo XVI, actualmente es recordado por su célebre obra “Los Ensayos” la cual incursiona en diversas y variadas temáticas del pensamiento humano.
En esta entrada y otras posteriores, presentaré una selección y traducción del francés al español de las emisiones que, considero, sirven como un excelente primer acercamiento a la obra de tan importante figura.
Los errores u omisiones que pudieran aparecer al momento de la traducción del francés al español, son responsabilidad mía; agradeceré todo tipo de comentarios y correcciones.
Pero, más allá de cuestiones técnicas, espero que los amables lectores disfruten de las siguientes breves líneas que le permitirán un excelente primer acercamiento al interesante estudio de Los Ensayos.
En esta entrega he seleccionado un texto titulado Los Ensayos y la muerte, a través del cual el profesor Antoine Compagnion nos describe diversas perspectivas con las que Montaigne filosofa acerca de uno de los temas capitales de sus Ensayos y de la Filosofía: la muerte.
Si algún amable lector desea el texto original en francés, puede pedírmelo con toda confianza y se lo enviaré a su correo electrónico.
Disfrutemos de esta lectura… y luego platicamos…
MCL Israel Canseco
Traductor
LOS ENSAYOS Y LA MUERTE
Autor: Profesor Antoine Compagnion
Traducción: Israel Canseco
Constantemente discutimos para llegar a comprender si el pensamiento de Montaigne ha evolucionado en el transcurso de la redacción de Los Ensayos o, si bien, éste siempre ha sido desordenado, plural y dinámico.
Un tema que le preocupa en demasía y del que parece hablar distintamente de principio a fin, es la muerte. Un importante capítulo del Libro I toma su título de Cicerón: Filosofar es aprender a morir, y parece encontrar su inspiración en el más severo estoicismo. Dice Montaigne:
“El fin de nuestra carrera, es la muerte; ésta es el objeto necesario de nuestro horizonte. Si ella nos aterroriza, ¿cómo es posible dar un paso adelante sin que nuestro espíritu se atormente? El remedio de la gente común es el de no pensar en ella. Pero ¿qué brutal estupidez puede provenir de tan soez ceguera? (…) Desechemos la extrañeza que nos causa, practiquémosla, acostumbrémonos a ella, no tengamos otra cosa en la mente más que la muerte.”
El hombre sabio debe controlar sus pasiones y, por lo tanto, su temor a la muerte. Ya que ésta es inevitable, el sabio debe “domarla”, habituarse y pensar constantemente en ella a fin de dominar el miedo que inspira tal implacable adversaria.
No obstante, al final de Los Ensayos, Montaigne parece haber comprendido, después de observar la resignación de los labradores frente a la peste y la guerra, que nosotros no nos preparamos para la muerte por un ejercicio de voluntad propia y que la falta de curiosidad constituye la verdadera sabiduría como aquella tan noble de Sócrates, condenado a suicidarse:
“Perturbamos la vida con los cuidados de la muerte y a la muerte por los cuidados de la vida. La primera nos es tediosa, la otra nos atemoriza. Mas no es contra la muerte que nos preparamos, ésta es apenas algo efímero: quince minutos de pasión sin consecuencia, sin molestias, que no amerita preceptos particulares. A decir verdad, nos preparamos contra los preparativos de la muerte (…) A mi parecer, la muerte es el fin de la vida pero no su finalidad; ésta es su finiquito, su extremo, pero no su objetivo. Ella debe ser en sí misma su objeto, su diseño. “
Montaigne ama los juegos de palabras y dice que la muerte es el fin de la vida, no su finalidad. La vida tiene como objetivo ella misma, la muerte vendrá después por sí sola.
Pero ¿acaso el pensamiento de Montaigne evolucionó con el paso de los años? Seguramente no. En el capítulo XIX Que filosofar es aprender a morir, él multiplica los consejos con forma de antítesis tan sofísticas, que nos hacen dudar de su adhesión íntima a las posturas que éstas expresan:
“Es incierto dónde la muerte nos encontrará, por lo tanto, esperémosla en todo lugar. La reflexión acerca de la muerte es la premeditación de la libertad. El que ha aprendido a morir, se ha librado de la servidumbre. Nada malo hay en la vida para quien ha comprendido que la privación de ésta, a final de cuentas, no está del todo mal. Saber morir nos libera de toda sujeción y contrato.”
Es como si su espíritu racionalizara su imaginación, más sin llegar a creerlo. Él mismo ironiza sobre este combate contra la muerte, perdido de antemano:
“Si fuera un enemigo que se pudiese evitar, aconsejaría tomar las armas de la cobardía.”
Es decir, huir ante ella.
De este modo, en su actitud frente a la muerte, Montaigne no ha evolucionado de inicio a fin de Los Ensayos, pero parece fluctuar. ¿Cómo vivimos mejor? ¿Poniendo siempre la muerte ante nuestro espíritu como Cicerón y los estoicos, o bien, elegimos pensar lo menos posible en ella como Sócrates y los labradores? Dividido entre la melancolía y la alegría de la vida, Montaigne, como todos nosotros, ha titubeado, y su lección final se anuncia desde el inicio cuando dice:
“Yo deseo que la muerte me encuentre mientras estoy plantando mis lechugas…”
* * *
Un verano con Montaigne por Antoine Compagnon, profesor del Colegio de Francia y Daniel Mesguich.
Daniel Mesguich, bajo la dirección del historiador Antoine Compagnon, da voz a Michel de Montaigne, personaje público comprometido y célebre hombre de letras que jugó un papel importante en las negociaciones entre católicos y protestantes.
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